En Michoacán, la comida es mucho más que sustento: es un lazo que atraviesa el tiempo, una tradición viva que se transmite entre abuelas, padres, hijas e hijos. Alrededor de una mesa se comparten risas, recuerdos y recetas que han sido parte de nuestras celebraciones por generaciones.
Cuando la familia y los amigos se reunen para celebrar
Cuando llega una boda, una fiesta patronal o un cumpleaños importante, hay platillos que no pueden faltar. Son los que traen consigo historia, orgullo y ese sabor que nos transporta al hogar, sin importar dónde estemos.
Las carnitas michoacanas son legendarias. Cocinadas lentamente en cazo de cobre con manteca y hierbas aromáticas, su sabor es profundo, dorado y crujiente. Originarias de municipios como Quiroga y Tacámbaro, estas delicias se sirven con tortillas recién hechas, salsa y un toque de limón. En toda fiesta grande, son símbolo de abundancia y alegría.
El mole michoacano, denso, especiado y lleno de matices, se prepara con chiles, semillas, chocolate y especias molidas a mano. Se sirve tradicionalmente con pollo o guajolote y es parte esencial en bodas, primeras comuniones y fiestas patronales. Cada mole es único, porque cada cocinera le pone su sello y su historia.
El pozole es quizás el platillo más democrático de todos: todos caben en su mesa. Ya sea rojo, blanco, verde o batido, este guiso a base de maíz cacahuazintle y carne, se adorna con lechuga, cebolla, orégano, rábano y tostadas. En muchas casas michoacanas, el pozole es el plato estelar de las grandes reuniones familiares.
Las corundas son una joya de la cocina purépecha: tamales pequeños y triangulares envueltos en hojas de milpa. Se sirven bañadas en una salsa de jitomate con rajas y carne de puerco, y coronadas con crema y queso fresco. Este platillo es sinónimo de fiesta, identidad y sabor profundo, ideal para acompañar el mole o servirse como protagonista en celebraciones familiares.
Birria ó Barbacoa, una confunsión que nos une
La birria y la barbacoa son dos platillos emblemáticos en la gastronomía mexicana, especialmente presentes en Michoacán, pero tienen diferencias claras en ingredientes, preparación y uso cultural. Aquí te presento sus principales diferencias:
La birria en Michoacán es un platillo con carácter, profundamente ligado a las celebraciones más entrañables: bodas, bautizos, cumpleaños y reuniones familiares. Se prepara tradicionalmente con carne de chivo o res, marinada en una mezcla de chiles secos, especias, ajo, clavo, vinagre o pulque, y cocida a fuego lento hasta que la carne se vuelve tan suave que se deshace sola y su caldo sea espeso, rojizo y lleno de alma, que perfuma todo a su alrededor y despierta el apetito desde la primera cucharada.
Este tipo de comida reúne a la familia en la fiesta o al día siguiente, porque además de deliciosa, es famosa por “curar la cruda”.
😉 Dato michoacano:
En algunas regiones, la birria se acompaña con un vaso de cerveza o pulque, haciendo honor a la costumbre popular de equilibrar lo picante y lo fuerte con una bebida refrescante. Y en otras, se prepara “tatemada”, con un toque ahumado que la hace aún más especial
La barbacoa en Michoacán, hecha con carne de borrego o res, se cuece lentamente, a menudo en hoyo, envuelta en pencas de maguey. El resultado es una carne tierna, jugosa y llena de sabor, que se sirve en tacos o acompañada con consomé. Presente en domingos familiares y celebraciones rurales, es sinónimo de compartir con generosidad.
La barbacoa es uno de los tesoros más antiguos de la cocina michoacana. Preparada principalmente con carne de borrego o res, este platillo se cocina con respeto por el tiempo y la técnica, en hoyos cavados en la tierra, cubiertos con pencas de maguey.
La carne se cuece durante horas, absorbiendo el vapor, los jugos propios y el aroma de las hojas. El resultado es una carne suave, jugosa y naturalmente ahumada, servida en tacos o acompañada con consomé claro, arroz o garbanzos.
😉 Dato michoacano:
En algunas zonas, la barbacoa se acompaña con una bebida de maíz fermentado llamada atole agrio, creando un contraste delicioso entre lo suave de la carne y lo ácido de la bebida.
Ven y siéntate a la mesa
Si quieres conocer de verdad a Michoacán, empieza por su comida festiva. Prueba estas recetas que han sido el alma de nuestros encuentros familiares y comunitarios. Visita nuestras cocinas tradicionales, mercados y pueblos; conversa con quienes cocinan desde el corazón. Porque aquí, donde hay un platillo humeante, hay una historia que espera ser contada.
😉 Dato michoacano:
En muchos pueblos del estado, la preparación de carnitas, corundas o barbacoa para una boda no la hace una sola persona, sino todo el barrio, en un esfuerzo colectivo que refuerza los lazos comunitarios tanto como el sabor del platillo final. Aquí, la cocina no solo une generaciones, ¡también une vecinos!








